En 1998 la compañía decidió romper con la forma tradicional de digitalización que hasta entonces habían seguido las empresas del sector con una gran apuesta, tanto económica como de cambio de todo su proceso de trabajo. Esta apuesta, con un alto componente de riesgo, se realizó en colaboración con el Centro Politécnico Superior de la Universidad de Zaragoza y con el Instituto Tecnológico de Aragón.
Con el objetivo de mecanizar el proceso, el primer prototipo logró una velocidad de digitalización de 7 documentos por segundo. Actualmente nuestras máquinas tienen una velocidad de 12 documentos por segundo, además de decodificar múltiples códigos 1D y 2D o realizar reconocimiento óptico de caracteres (OCR), permitiendo así obtener también la información contenida en los documentos para su posterior análisis y almacenamiento en bases de datos.
La incorporación de este nuevo tipo de máquina al proceso de trabajo aumentó la productividad de forma exponencial. La rapidez del servicio, unida a la tasa de error más baja del mercado y al precio ha permitido a la empresa ir ganando cuota de mercado, y ya es el proveedor de este servicio más grande del país. En este tiempo se pasó, dentro del área de sanidad, de digitalizar nueve millones de recetas en 10 días a digitalizar más de 50 millones de recetas.